Publicado originalmente en My Opera el 21 de Agosto de 2013
Mi alarma suena, son las 5:10 A.M. por la ventana observo y no encuentro ningún rastro de algún rayo de luz a excepción de las provenientes del alumbrado público. Agrego 10 minutos más a mi alarma y los aprovecho para tratar de mantenerme despierto, y aclimatarse a la poca luz que pueden percibir mis ojos. Analizo, deduzco y planteo cuál será la estrategia a llevar para sobrevivir lo mejor posible este día. No puedo evitar pensar en ella y en que quizás aún debe estar soñando, lo más seguro es que con otro. A l fín y al cabo ella no me corresponde.
La alarma vuelve a sonar, llegó el momento de levantarse: Realizo la descarga de desechos no requeridos por mi organismo, me coloco ropa cómoda, me lavo la cara y los dientes, me limpio los oídos, en fín... todo un ritual, más que ello una rutina.
Salgo de mi hogar a las 5:50 A.M. por el este ya se empiezan a mostrar los primeros rayos del sol, llego a la esquina y me dispongo a esperar el autobús que no tarda en pasar (raro ¿no?). El viaje al centro de la ciudad tarda alrededor de 25 minutos durante los cuáles no hay nada más bello que observar el amanecer en el transporte urbano. 10 minutos de caminata en el centro aún bajo los aún tenues rayos del sol iluminando mi camino no nos sienta nada mal. Al pasar por la catedral escucho breves pasajes de una misa que se celebra a primera hora. llego al paradero del siguiente autobús a las 6:30 A.M.
El viaje dura al rededor de 15 minutos através de los cuales puedo observar una parte de la ciudad que jamás había visto: una enorme escuela privada que me llama mucho la antención por el edificio de arquitectura peculiar que logra asomarse por encima de sus muros (posiblemente una capilla), Una pequeña parroquia con aspecto igual de peculiar que la capilla antes mencionada, una enorme bodega abandonada que logra que la calle se distorsione y un pequeño parque que obliga a la calle a rodearla y por tanto el autobús. Finalmente, logró llegar a mi destino...
La cantidad de compañeros que los próximos 5 años convivirán con mi persona es impresionante, debemos ser aproximadamente 52 personas más los que se agreguen en los días siguientes. Los docentes, los alumnos, las instalaciones, el horario y obviamente las materias ya son completamente diferentes a lo que estaba acostumbrado. Después de toda una vida en centros escolares y distintos niveles de educación, al fin he llegado al último escalón: Ahora me encuentro estudiando una carrera. Soy parte de un selecto grupo que gracias a nuestras habilidades logramos ocupar un puesto en la que fue la segunda carrera de mayor demanda.
Que más puedo decir, mi primer día fue como el de cualquier otro, las presentaciones, las esporádicas pláticas con algunos compañeros, las inevitables deduciones de como serán las asignaturas y los docentes que la impartirán... Un día como cualquier otro primer día.
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