24 abril 2014

Aquél golpe a mi orgullo

Decidí Hacer público un secreto que tenía tan oculto - por la vergüenza que me causaba - que ni mis mejores amigos lo conocen. Sin embargo, hoy en día ya me causa gracia, lo cuál significa que lo he superado y estoy listo para contarla. Aquí va:

Sony Ericsson K 510i 
Corría el segundo semestre del año de 2006 y me encontraba iniciando mis estudios de primer año de secundaria. En esos tiempos le reclamaba a mis padres un celular con el argumento de que, cuando mi hermano ingresó al nivel de educación media, se le obsequió un Sony Ericsson k-510 (lo más moderno en esa época) que en contadas ocasiones compartíamos.

Uno mis argumentos más fuertes, era el que mis padres debían obsequiarme lo que, por derecho, me correspondía ya que también había ingresado a la secundaria (la lógica del hermano menor es que, cuando tienes un hermano mayor, tienes derecho a lo que él tiene derecho ¿No creen?).

Así, después de varias semanas de negociaciones mis padres accedieron a mis demandas. Sin embargo no todo salió como lo esperaba: Me entregaron un antígualo (muy del 'año del caldo') Samsung N200 polifónico, de pantalla verde y negro que no tenía más que 1min. de grabación y no contenía Bluetooth (lo máximo en esos tiempos... ¡Que tiempos!), ni siquiera tenía inflarojo  (Si negociamos con terroristas... pero en nuestros términos).

Samsung N 200 
Lo único que tenía era un simple juego de la culebrita y una pequeña antenita verde en la parte superior derecha que mostraba con orgullo.... pero bueno, a fin de cuentas es un celular. Sin embargo, entenderán que en esos tiempos en los que dominaban los Nokia y Sony Ericsson con Bluetooth e inflarojo (si sólo contenía lo primero, podría considerarse como el iPhone más reciente en la actualidad), tener un teléfono al que ni siquiera puedes añadirle música te segregaba automáticamente del grupo social dominante...

En fin, era el tercer día con ese celular y ya llevaba más burlas que Sergio Ramos cuando erró su penal en las semifinales de la Champions. Mi madre me había advertido que "Si pierdes ese celular olvídate de obtener otro de aquí hasta que termines tu carrera". Y es que en la filosofía de mi familia uno obtiene lo que quiere a través del sudor de su propia frente.... y de su propio bosillo. En fin...

Regresaba a mi hogar después de un intenso día en el colegio y después de hacer la mitad del trayecto en el transporte público, debía realizar la otra mitad a pie, por lo que debía recorrer bajo el sol una calle que contenía casas derruidas, cero aceras por donde caminar, matorrales a 10 cm de la calle y extraños sujetos de dudosas intenciones merodeando de aquí para allá y de allá para acá.... 

Con todo eso en aquella calle, caminaba con el constante miedo de que alguien osara asaltarme e intente robarse lo que tanto me costó conseguir (y que, por las amenazas de mi madre, jamás volvería a conseguir). 
"Quizás y lo pensaba tanto que mis miedos se volvieron realidad... o quizás y a dios le encanta divertirse con mi sufrimiento..." 
 De cualquier forma, ese día sucedió lo que tanto temía: A escasas 5 cuadras de mi casa, un sujeto apareció frente a mí con un arma blanca y me dijoalgo parecido a esto:

 - ¡hey flaco! Dame todo lo que tengas ¡ya!

Casi se pudo oír un "Me lleva la chingada".Que más podía hacer, saqué los míseros MXN $10.00 que traía en mi bolsillo y se los entregué mientras decía:

- Es todo lo que tengo. ¡llévatelo!

Desgraciadamente para mí pero para gracia de dios, mi maldito N200 sonó en ese momento. Era mi madre que siempre temía por mi vida (Y en ese momento con justa razón) y siempre tenía que llamarme cerca de la 1:30 P.M. para asegurarse que su pequeñín ya estaba en casa sano y salvo... Ojalá y el tipo me hubiera acuchillado en ese momento y me hubiera librado de aquél tormento los siguientes 3 años de mi vida....

Como decía, Aquí es donde se pone interesante la cosa:

 El amante de lo ajeno me dice:


- Saca el celular papi.


 Yo, sabiendo que no tenía otra opción, debía entregar el objeto más valioso que había obtenido en mi vida y que después de ello jamás volvería a conseguir... hasta la carrera. Increíblemente, en esos momentos este último punto era en lo único que pensaba: ¿que le diría a mi madre? ¡Hey! madre ¿que crees? perdí mi celular, me robaron, me saltaron, me afanaron, se lo llevaron... Adiós a los celulares de aquí hasta los 25 años.


Pero ¡Oh sorpresa! Aquí sucede algo inesperado... y que nunca podré superar: el muy desgraciado mira el celular, lo analiza y me dice:

- No chavo. ¿sabes que?, quédatelo.
  Si, el muy desgraciado le dio un duro golpe a mi orgullo.
Lo único que pude pensar en esos momentos fue: "Hijo de mil p_ _ t _ s... llévatelo por favor y déjame conservar mi orgullo".

El amante de lo ajeno se fue caminando rimbombante sabiendo que no sólo me robo 10 míseros pesos si no que también se robo mi dignidad... y propinarme unos cuantos golpes.

Hasta la fecha tengo ese celular en mi posesión. Ya no lo utilizo porque ya está inservible.  Se debe encontar en alguna de mis cajas, donde guardo recuerdos gratos, no gratos y curiosos... como el que me causó mi primer celular Tardé años en superar aquella situación, no tanto por el shock que me causó por ser el primer asalto que viví en mi vida (y no el último) si no por la forma en como acabó... y en la vergüenza que me provocó.


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