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 Mi pequeña Gilraen:

     Hoy volvimos a vernos después de mucho tiempo de no hacerlo. A pesar de recibirme con una tierna y cálida sonrisa, no podías ocultar la tristeza que en el fondo contenías, al menos a mí no. Después de años de conocernos, crecer y sufrir la vida juntos, he aprendido a leerte y saber lo que piensas con tan sólo mirar tus bellos ojos color café.

     Hoy estabas feliz de verme, porque necesitabas de mí en esos momentos y yo lo sabía porque estaba ahí, como siempre lo he estado cuando tus hermosos ojos así me lo han indicado. Más en el fondo ocultabas una gran tristeza por los golpes que te había dado la vida en estos días.

     Aunque estoy seguro que te hice pesar una gran mañana, me fuí con esa sensación de que pude realizar más por tratar de alegrarte. De alguna forma me sentía impotente porque necesitabas de mí y sentía que no podía ayudarte, no podía alegrarte y hacerte pasar un excelente momento. Se que te hice sonreir, pero no te hice olvidar.

     Sin embargo también sé que no esperabas que llegara al hacerte olvidar, sólo hacerte pasar un gran momento y por eso siento que no te he fallado. Porque una vez más estuve para tí cuando más me necesitaste justo como tú has estado para mí cuando yo te he necesitado porque para eso nos tenemos el uno al otro.

     Me gusta saber que confías plenamente en mí porque sabes que te miro con ojos distintos a los demás. Mientras los demás miran a la bella joven veinteañera, yo te miro como la inteligente gatita de color gris y patitas blancas que conoció a aquél flaquillo perrito café. Yo te miro como mi amiga.

     Así que, pequeña Gilraen aunque insatisfecho, me voy contento porque se que hoy te dí lo que en los últimos 5 años te he ofrecido incondicionalmente en todo momento, se que hoy te dí la fiel compañía que cada día te ofrezco, se que hoy te dí el cariño que siempre te he dado y se que hoy te dí aquello que me hace, desde hace ya 5 grandes y maravillosos años, tu mejor amigo.

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